
Todo sea por la causa.
Punta y codo Job.
Electrodos a Job.
Miseria a la familia de Job.
La apuesta de Dios fue Job y al final le ganó al Diablo.
En Chile ganó el diablo.
El diablo no existe mamá, tampoco el Viejo Pascuero. Son invenciones de los hombres, mamá. Son invenciones para simbolizar la maldad, mamá. Recuerdo habérselo dicho con esas mismas palabras a mi madre en 1986, cuando cursaba 7 básico.
En 2008 mi mamá sigue creyendo en el diablo y lo que es peor, creo que el diablo me utiliza o que soy instrumento -aquella es la palabra exacta-. La entiendo.
Desde 1990, cuando llegó la democracia y Radio Moscú se silenció, mi mamá radicalizó su discurso evangélico y comenzó a demonizarlo todo. Por el contrario, yo en 1990 comencé a escuchar la música Thrash -bandas como Metallica, Exodus o Slayer-, que para mi madre eran inspiradas por el diablo y que para mi eran tetosterona musical. Después de 1990 ni mamá ni yo nos acordamos de Job ni de Víctor Jara.
Los hechos posteriores le dieron la razón a mi mamá, según mi mamá: El Thrash me había pervertido.
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