sábado, 20 de septiembre de 2008

6. Profetas mayores

Si seguimos el orden del Antiguo Testamento, encontramos a los profetas mayores y a tipos como Isaías o el mismo Josué, que destruyó Jericó con ayudita divina. Los de Jericó adoraban sapos de bronce y eran cochinos de pensamiento. Recuerdo unos telefilmes, que exhibieron en los años 80, con la historia de Josué como la de David frente al filisteo Goliat, que simbólicamente representa a los judíos que con astucia pueden dominar al mundo -dijo Pinky y Cerebro-.
Las pecaminosas ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por los santos relámpagos y terremotos de la inquisición. Y lo peor: el que miraba la destrucción de Sodoma y Gomorra (que suenan a sodomía y gonorrea) se transformaba en sal. Entonces era necesario hacer la vista gorda de la matanza. La impunidad estaba presente. Todos al infierno por drogadictos, alcohólicos, sodomitas y adoradores de sapos de bronce. El diluvio también sirvió para limpiar el mundo de la mierda. Dios sólo quería cristianos. Pinochet quería un Chile sin marxistas. Que mejor que un genocidio y una depuración étnica al mejor estilo nazi o al mejor estilo Hutu en Ruanda. Los nazis pueden decir que todo estaba en el Antiguo Testamento y que los judíos mataron a Jesús. Los Hutus pueden decir que por años le lustraron los zapatos a los Tutsis. El cielo es de Pinochet y Hitler. Nueva Orleans, la ciudad más bohemia y negra de Estados Unidos, recibió un diluvio divino; lo mismo la Tailandia putera de Houellebecq pues recibió la ira de Dios a través de un terremoto y posterior maremoto. El mal viene desde el cielo y con furia.
Mi familia no se perdía los telefilmes diluvianos, igual que las películas de Semana Santa. Jesús de Nazareth de Zeffirelli fue el orgasmo. Yo pensé que el tipo con ojos de huevo frito era Jesús. De calco, decía. Aquella fue mi primera imagen de la crucifixión. Fue terrible ver el método romano de salvajismo y tortura. Lo sentía por Jesús. En ningún caso merecía tanto odio. En esa época, con 10 años, no estaba muy conciente de que los milicos torturaban con métodos más sofisticados que meter clavos en las manos pero igualmente de salvajes a la vuelta de la esquina. Los marxistas son enemigos de Dios, decía Pinochet. Jesús era enemigo de Dios, reclamaron los judíos. Los judíos mataron a Jesús quien antes había dicho: no matarás, no hurtarás y no darás falso testimonio. La Biblia justifica según como se interprete.

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