sábado, 2 de agosto de 2008

1.El Génesis


Vengo de una familia evangélica, o canuta como le llaman popularmente con desprecio. No es gente culta, aunque se saben la Biblia completa y a veces de memoria. Para ellos la Biblia es más importante que cualquier libro de literatura, filosofía, historia o sociología. La Biblia es la verdad que está inspirada por Dios, de ahí la razón de todo, de ahí el tapa boca.
Mi tío –el hermano de mi mamá- es el pastor y se llama Augusto y mi otro tío el tesorero, se llama Toribio (obvio que no se llaman así, pero la comparación me parece acertada por la cuota de poder que tienen en el destino de su gente, su iglesia). Todo queda en familia.
Mi familia le da más validez a la historia de los hebreos y sus luchas con los filisteos que a las historias del país. Moisés es más importante que Allende o Prat. Comprenderá que Allende y Prat no existen o no tienen peso pues no están en la Biblia.
Hace un tiempo me saturé de mi familia y su forma de vida, pero no lo canalicé en algo. Sólo me comí la mierda. Por años me he comido la mierda. Bueno, llegó el momento de defecar. Tengo tanto que escribir sobre esto (de ahí este blog). Ellos dirán que me utiliza el diablo o que soy producto del alcohol o las drogas. Me siento como Linda Blair.
Empezaré diciendo que son manipuladores, manipuladores de vidas. Hablan de la vida ajena, de los pecados de otros, con el fuero de un legislador. Sus vidas marchan desde hace 20 años parejitas, ejemplares, con buenos ahorros y acumulación de bienes. Mantienen familias grandes, de pieles como durazno y todos van por el mismo camino: la iglesia. Augusto y Toribio son bendecidos. Dios provee y Dios bendice, también, al dador alegre. El diezmo me emputece. El diezmo está en la Biblia y es obligatorio. 10% del sueldo a Dios y la cadena es: Dios-Pastores-buena vida de los pastores. Alguien que gana 60 mil pesos mensuales, como los hay, no puede dar diezmo, pero los da por eso que llaman fe (la convicción de lo que no se ve, según la Biblia); como le dolerá dar diezmo a quien gana sobre el millón de pesos. El diezmo garantiza bendiciones, es como un ahorro, una inversión a largo plazo. En la iglesias gustan más los que ganan un millón de pesos al mes. El pastor está más cerca de ellos igualmente la congregación o las ovejas.
El pastor viaja, no al Caribe, pero viaja en avión. El pastor tiene auto y vive bien. Se lo merece como administrador de la fe, dicen los hermanos. No sé de las finanzas de mi otro tío con respecto a la iglesia, pero la va bien en su trabajo, es bendecido según una medición material, como le gusta medir a los canutos. Toribio tiene dos autos y varios departamentos.
En lo económico ellos se pueden calificar como neoliberales y siguen el ejemplo de los gringos, de Estados Unidos. Votarían por Sebastián Piñera en Chile y por los republicanos en Estados Unidos. Estados Unidos es la primera potencia mundial porque Dios los bendijo, dicen. Estados Unidos es evangélico. Chile, en cambio, está regido por una mujer agnóstica y por eso las cosas andan mal. Seríamos bendecidos, si nos guiara Piñera o Lavín. Los evangélicos son machistas, además. El hombre a la cabeza, la mujer detrás.
Augusto y Toribio son conservadores extremos. Se horrorizan con el aborto, la eutanasia, los casamientos homosexuales y todo lo que sale o dan en la tele, pero culean igual que todos, por detrás, a lo perrito, por delante y se los chupan ¿Es pecado culiar? Por lo menos los canutos pueden culear, por lo menos.
Los domingos por la mañana y noche toda mi familia va al templo, es la fiesta, la onda. Todo bien vestidos como muñecos de torta de novios. Saltan, cantan y bailan. Oran a Dios. Caen aturdidos como epilépticos algunos y otros oran tanto que lengua se sale para afuera. Es la catarsis. El éxtasis. Podrían decir lo mismo de las fiestas electrónicas o las conciertos de rock. Son maneras de convivencias por gusto, nadie va obligado está claro. Sin embargo son varios los que le creen a Dios y se entregan. Varios. La mayoría llega con el autoestima hecha pedazos, trizas, a punto del suicidio algunos o en la búsqueda de algo duradero para sus vidas, algo que trascienda más allá del Tarot. Dios los recupera y los renueva. De ese se trata el negocio. Las historias de esos, los otros, son comentadas con lujos y detalles, los viernes, cuando toda mi familia se reúne a tomar té con la matriarca, mi abuela, también evangélica, la primera de todas. Se comentan desde como iban vestidos hasta sus problemas íntimos: ese era medio alcohólico, abandonó la familia o tenía un espíritu de sexo (veía películas pornos y se corría la paja). Son verdaderos maestros chasquillas de la sicología, sicología barata, claro está.
Yo, para ellos, debo ser como una especie de demonio, una posesión, pues no lo pesco ni me intereso en sus temas, a veces les he dicho en su cara mi aversión a su religión. Aclaro que no tengo nada contra Dios, ni Alá ni Buda, pero me molestan los circos, los circos bien armados y en estos casos, exitosos.
Ahora comprenderán porque yo no participo en el Año Nuevo con mi familia, u en otra actividad. Somos incompatibles aunque en un principio, cuando niño, cuando no se tiene mucha capacidad de descrifar, fui parte de su circo y me vistieron como un mono de torta de novio para ver a Rex Humbard en un estadio.

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